viernes, 25 de julio de 2008

ARRABAL


Se reencontraba con su torre cada amanecida. Surgía impávida y solemne atravesando las brumas de un amanecer acabado. Se hallaba cercano el Ángelus y cogió entre sus manos a San Joaquín, Santa Ana y San Jorge, para anunciar al cielo que el Ángel del Señor anunció a María.
Paco llevaba casi entera su silenciosa vida tocando aquellas cuerdas y aun seguía viendo con sorpresa como la Giralda y el rosetón de la Catedral se colaban en Triana como un amante nocturno en la alcoba de su amada.
Pronto sería Santa Ana y habría que engalanar la torre. Cerró el pestillo. Aquella escalera cada vez pesaba más.
Los ventiladores iniciaron su danza, miró hacia arriba las nubes se habían marchado.
En Vazquez de Leca olía a avellanas que se tostaban en el Bar Santa Ana.

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