jueves, 30 de junio de 2016

LAS MANOS DE LA PIEDAD

 Muy de mañana. Tan de mañana que aún las puertas del número 13 estaban cerradas. El Arenal empezaba a despertarse, con esa somnolencia propia de un barrio. Aún algunos negocios permanecían cerrados.
Aproveché la espera para llegar hasta ti para desayunar con esa calidez que da el primer café de la mañana.
Y así llegué a tus plantas. Habías bajado de manera intempestiva, sin tocarte descender.
Y es que Madre te marchas. Te vas a donde restauran el paso de los años sobre ti.
Tu sabes que mis botones son blancos pero llevo desde esta mañana con el susto en el cuerpo. Y no porque no me fie de Miñarro. Sino por tu ausencia. Las manos de la Piedad, las que llevan más de un siglo en el Arenal. Las que sostienen a tus hijos los desdichados que nos aferramos a tus plantas cuando la vida cuesta.
Se van las manos de la Virgen y su mirada de niña dolorida. Octubre en el horizonte para volver a verte una mañana de otoño que vuelvas hasta nosotros tus desdichados hijos de túnica azul mecánico.

LA ÚLTIMA PRINGÁ

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