Se retorcía entre olas que dividian el agua. Era un recuerdo de esos que es enquistan en lo más escondido, en ese rincón del que no sale ni aire. Te miraba y remiraba y allí te veía sola, impávida a la distancia, tus formas, tus benditas formas, todo lo que te rodeaba parecía no inmutarse allí me sentí el más afortunado del mundo por apreciar tu belleza y por desear tus encantos; otra vez cerca del río, uno de esos barcos que pasean por el río, difuminó tu reflejo y yo seguí andando hacia el centro, aunque aun te guardaba en mi memoria.
martes, 1 de abril de 2008
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