miércoles, 9 de abril de 2008

MAYORAL


Pasaba la vida entre recuerdos, entre sombras maestrantes y el sol del campo abierto rodeado de reses bravas.
Tenía nombres en la memoria "afilaó", "matemático"....; nombres que se cruzaban con sombras que su memoria retrotraía desde un escenario lleno de encinas.
En sus maltrechos oídos, aun retumbaban clarines y timbales, pitos y aplausos a partes iguales; tragedias como la de Montoliu o verónicas eternas del capote de Camas.
Muchas plazas, muchos festejos y ahora tenía cada vez más lejos el sonido de su recuerdos, allí me lo encontré mirando al horizonte como si por el fuera a aparecer algún resto de su ganadería.
Allí lo dejé no sé si había sido o no así su vida, lo que si sé que su mirada al horizonte buscaba el brillo de lo perdido y quebraban su mundo los recuerdos agolpados.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

siempre pensando en que una buena corria aparta diera el triunfo a algun matao* y por tanto a sus muxas horas cuidado de lah behtias.BIEEEEN TORERO,BIEEEEN...

Anónimo dijo...

Por tu foto, pienso que mirarle a los ojos debe ser como contemplar el pasado.

PEPE LUIS TRUJILLO DEL REAL dijo...

Esos tiempos que se fueron, de los campos de Sevilla…

Cuanto saber atesoran esos viejos mayorales, algunos aún te cuentan como se trasladaban las ganaderías por veredas y cañadas reales con el único arma de una garrocha de madera de majagua, y las patas que por alas tenían aquellos caballos marismeños, de ahí aquellos versos de Fernando Villalón,

“si no se me parte el palo
aquel torito berrendo
no me mata el caballo”

Ay de esos viejos mayorales, como D. Luis Saavedra, mítico mayoral de la casa Guardiola, capaz de acariciar a sus toros desde los lomos de su caballo o aquel mayoral de Murube que reconocía las reatas por como eran las pestañas de sus toros.
Ay de aquellos viejos mayorales y ay de estos nuevos que también saben, porque muchos han heredado en la sangre el como conocer de los comportamientos de los animales.
Cuanto me ha gustado ver siempre a los mayorales, sombrero en mano, dando una vuelta al ruedo, que no hay mejor premio para el trabajo bien hecho que ese detalle de los toreros de sacar a los mayorales, que son quienes conocen de verdad a sus toros y las reacciones de estos.

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