miércoles, 23 de abril de 2008

QUEJÍO


Sabes Simpecao que siempre te canto una sevillana, el rato previo al salto , me acerco despacito hasta tu puerta y allí muy templado te canto sólo un palo de una sevillana, este año ya la tengo pensada, sólo una, para demostrarte que además de las mías a ti también te llevo en el alma; cuando la aldea musite un susurro de descanso y se dibuje un alba cada vez más tempranera, me acercaré para cantarte:
"De terciopelo bordao tiene Sevilla un altar
y en medio la Virgen pura que es de plata cincelá
Tras Ella me fui por Mayo
del Salvador al Rocío
Tras Ella tras su carreta
los primeros pasos mios
Y en el Salvador tras Ella
entre aleteos de palomas
que alumbraban la mañana
aprendí como Sevilla
le reza por sevillanas"
Así te pagaré mi deuda este año, para demostrarte que en Triana también te queremos y por aquello que sabes, ojalá esté allí para pagarte Rocío.

3 comentarios:

bogar dijo...

La Virgen del Simpecao
dicen que llora
dicen que llora
porque no lleva sombrero
ni la visten de Pastora.

Pero ya no llores mas
Chiquitita y Soberana
no llores ni tengas penas
que eres Madre de Triana
y Reina por las arenas.

PEPE LUIS TRUJILLO DEL REAL dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
PEPE LUIS TRUJILLO DEL REAL dijo...

Ay de ese Simpecado verde y oro, con su Virgen de plata labrá, Triana siempre será Triana, pero, ay, que uno nunca puede olvidar que fue junto a esa carreta con la que un día nos echamos a andar por los caminos, junto a él descubrí el maravilloso camino de Hinojos y el secreto mundo de los carreteros, que hasta me atreví a llevar una yunta de bueyes, y es que dicen que es de biennacidos el ser agradecidos.
Se que algunos, son mucho de aquella que se queda en la sede canónica, hoy recuperada para todos, pero yo siempre he sido mucho de ese Simpecado, al que me gusta verlo llegar a la Aldea, con sus Giraldas en los frontiles, de estreno en aquel camino mio de 1994, y con ese guiño tan nuestro que lleva el techo de la carreta, y me gusta verla presentarse ante la Blanca Paloma, con su hilera de carretas, y reencontrarme con mis amigos de siempre que vienen andando con su Hermandad y rezarle la Salve cuando los bueyes de los Cabrera la dejan ya en su Capilla para que reluzca como un lucero en la aldea, como me gusta vistarlo en el Salvador cualquier día del año, o en esos años en que andabas por la costanilla, se querido canónigo, que te gusta cantarle una Sevillana a ese Simpecao, y que incluso alguna vez le cantamos juntos, con amigos del Salvador y de Triana, cintas verdes y cintas blancas en los sombreros...
Ay simpecado de SEVILLA, nunca olvido aquella noche, verdad Antoñito y aquella oración por sevillanas...
Dios te Salve María,
Sol y Rocío...

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