miércoles, 16 de abril de 2008

GRANDE ES TU PODER


Avanzaba la madrugada entre fríos y bostezos, propios del cansancio acumulados, te vi llegar tras una ristra de capirotes negros, seguía poco a poco la gran luna mirándote con cara entristecida, miraba al mejor de los nacidos ocupar la calle con humildad y poder; sonó una saeta que se me clamó en el alma como tus espinas se te clavaban en las sienes.
Todo cambió aquel día que te vi por primera vez, aquel día que te grité con la mirada y me aplacaste con el sosiego de tu rostro, desde aquel día siempre has sido una opción, la mejor de las opciones.

3 comentarios:

cerreño de san esteban dijo...

La verdad es que cuando ya ha pasado el lío,cada vez me alegro más de ser uno de esos capirotes negros de la hilera.
Y es que sólo por ver al Señor al entrar en su casa, todo apagao, con la única luz de los faroles del paso, su cara es verdaderamente impresionante; y lo malo y mágico a la vez es que esa cara sólo la ves una vez al año durante unos segundos, pero......se clava para toda la vida.
Me da en verdad pena que la gente que de verdad quiero y aprecio no puedan verlo.
Un abrazo.

el aguaó dijo...

Impresionante.

¿Qué te puedo decir yo amigo, si Ese Rostro es el que creo tiene el Hijo de Dios?

Un abrazo.

P.D. Me gusta muchísimo el nuevo cambio de look de tu blog.

PEPE LUIS TRUJILLO DEL REAL dijo...

Y que más da la túnica, si Él puede con todo, nos puede cada Epifanía, cuando en su Quinario lo adoramos, nos puede en Cuaresma, cuando de "moraito vestío" y con el cíngulo amarillo se nos muestra en su humildad, nos puede cuando en la nóche mágica de la víspera lo vemos de nuevo bajar hasta el suelo de Sevilla y cuando al día siguiente volvamos a ser incapaces de aguantarle la mirada mientras le besamos las manos, esas manos en las que está el Poder y el Imperio de nuestras vidas, su imagen al llegar cada Madrugada a su Basílica nos puede cuando hincados de rodillas le rezamos las preces y al levantarnos nos recuerda aquella misma imagen que verían nuestros abuelos cuando llegaban a San Lorenzo y lo encontraban en la magnitud de su paso vestidos con el mismo hábito con el que un día salieron a su encuentro, y con el que D.m. saldremos nosotros, nos puede su Gran Poder presidiendo la Basílica desde su paso en esa estampa de hace unos años acá que parece que lleva pasando la vida entera de su Gran Poder Resucitado, nos puede una mañana de mayo a primera hora para darnos los buenos días, o una tarde de agosto en la que nunca faltan sus devotos, nos puede siempre y nos podrá, os lo aseguro, el próximo domingo cuando deje su casa, para buscar el cobijo y salir al encuentro de los hombres, pero en especial de unas mujeres de Dios, sus esposas al fin y al cabo, que desde aquel día ansían su llegada.
Este es el Gran Misterio de su Poder, que más da que vaya con túnica lisa o bordada, con la persa o la de los cardos, con la de Cañete o con la de Petete, con la de la guardilla o con aquella que le regaló aquel que sabemos y que callamos, y que le sienta como un vestío de torear en tarde de Maestranza, que más da si lleva las potencias de las JHS o las mejicanas, las de las rosas o las de las nubes, si al fin y al cabo lo que importa es Él... que tanto sabe de cabeceras de enfermos, de carteras de hombres que se apartaron de la fe un día, de mesas de despachos o de carpetas de estudiantes, Él que era el Señor de nuestros bisabuelos, del que nuestros abuelos fueron sus nazarenos, del que mi padre llegó a ser su costalero y al que algún día presentaremos a nuestros hijos.

¿Qué más da la túnica si con sólo su Poderosa presencia me basta?

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