lunes, 18 de febrero de 2008

PENITENCIA


El alma sumida en las preocupaciones del día a día, la noche es fría y la túnica aun guarda recuerdos de tantos martes santos; se para junto a una chica, tiene el mismo color de ojos que recuerda en cada sueño que la vida le trae.
Alguien pide paso e inclina el cirio hacia atrás para permitir que pase; le duele el pie izquierdo; el frío de la calle le hace estremecerse, ahora vendrá la Campana y sus padres subidos en media silla, para verlo pasar, como cada año; y después la noche, esa delicada tortura que seguirá atormentando su conciencia bajo el antifaz de ruán; hasta que una vez acabada la estación de penitencia, la compañía de otros, le haga de bálsamo para salvarse de la losa de una vida cotidiana.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cruzar tu mirada con un nazareno de tramo a la caida de la tarde... detiene el tiempo.

cerreño de san esteban dijo...

Lo que varía en una hermandad de negro el ir en el paso del cristo al de la virgen. En verdad salir de nazareno quema tela.

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