Sentí como la frente me hervía de calenturas. A pesar de eso no podía parar de pensar. Tenía anclado en la memoria como un bajel a puerto, la cara que tantas veces había buscado. Esta noche he llegado hasta ti Señor. Esta noche he visto el rostro que buscaba para tu muerte. Mi Cristo. Y mientras las primeras luces del alba entran por mi rendija y se escuchan campanas lejanas. Sólo pienso en ponerte cara Señor. La cara de la muerte. Del que siente como la vida se escapa en cada respiración. Me duele la cabeza. Dicen que la peste se está posando en estas tierras. No lo creo. Soy de los que se enfrían fácilmente. Ayudame Señor a no olvidar ese gesto. El de un hombre que siente que se muere. Como murió tu hijo. Parece Señor que está amaneciendo. Gracias Dios.
miércoles, 15 de octubre de 2008
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2 comentarios:
Nuestras imágenes son eso, la búsqueda de esos rostros… y lo han sido desde siempre, dando lugar a leyendas como estas. Me ha encantado.
Kisses
Si, si, si, que amanezca Canónigo, porque estás der to vamos. Me das hasta miedo.
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