viernes, 12 de septiembre de 2008

SAN ISIDORO



Sonaba el aire a Costanilla alta. Con ese siseo tremendista que tiene el aire en ese instante en el que se rasga la cortina del templo. Así me fijé en ti Señor. Una Señora le contaba a su hijo como tu labio estaba roto y los moratones de tus pómulos daban a tu porte un sincero y doloroso sentir. Yo te miraba, Señor, aterrado de pensar en tus padecimientos. Poco después la vida me llevó a Tablada y en ese afán tuyo por esquivarme saliste en Via Crucis justo un día en el que yo estaba de guardia de corneta a escasos cincuenta metros de un retablo tuyo.
Después recuerdo Viernes Santos de carreras para esquivar la lluvia o simplemente de carreras. Que obligaban a un sobre esfuerzo si se quería ver al Señor dolorido, ese que sobre la piedra recuerda el amor al mundo. Hasta que conocí a Rafa, mi amigo, ese que tenía entre sus particularidades ser de San Isidoro esa curiosa cofradía que aunque su recorrido es corto es suficiente para que las almas perdidas sintamos como esa piedra nos completa.
Con la Virgen tuve una relación parecida, todo se enlazaba en lo mismo. Mientras hacia mi guardia en Tablada perdiéndome por primera vez en mi vida el Via Crucis. Mi Patrona salía en un altar dorado ese Viernes Santo tras ese Señor. En ese extraño vértigo que da la vida, en el que se suceden acontecimientos sin que nos demos cuenta. Por medio de mi amigo Rafa me vi en la tertulia de costaleros de San Isidoro. Allí descubrí como se vive en Hermandad. Allí comprendí lo que era una Hermandad. Personas con nombre propio como Luismi, Hinojosa, Rafa,....y una interminable lista me enseñaron lo que significaba ser hermano de alguien.
Hasta que en la cuaresma de 2008 me convertí con papeles en su hermano, en una solicitud donde iba mi alma rodeada de firmas de mis hermanos, esos que acogieron a este desconocido como si yo hubiera nacido en San Isidoro. Porque al fin y al cabo eso es ser hermano aceptar a alguien y darle tu cariño y respeto como es y sin querer cambiarlo.
La penúltima cicatriz de recuerdos la tuve justamente el día que juré como hermano. Mi primera jura, que no mi primera hermandad. La fui a hacer con mi hermano Oscar alguien a quien mucho debo y que como buen isidoriano esas debencias no las tiene en cuenta.
Hoy hemos tenido tertulia, como sabían que yo llegaría tarde me habían guardado carne. Para ese hermano impresentable que no recuerda donde perdió la puntualidad. Y sabes que vas a tu casa allí donde te dirán "cara jaula echate algo de beber y vente aquí con nosotros", sin preguntarte porque llegas tarde. Cariño en estado puro. Ahora Señor, la madrugada se acerca con pretensiones de amanecer. Es una madrugada que me huele a Costanilla alta. Con nubes pero despejada y con una ciudad desairada como el final de un viernes santo. Además Señor vengo de estar con mis hermanos y el Mayor de ellos me ha pedido unas letras para el boletín de mi Hermandad. San Isidoro. Ahí es nada. Allí donde encontré mi hermandad. Gracias Señor por no esquivarme más tiempo.

4 comentarios:

Fran Silva dijo...

Como siempre, MAGNIFICO...

P.D. el dia que nos veamos, hablaremos de Tablada... largo y tendido. Yo era del 2º/90 y usted?

Diego Romero dijo...

Lástima, pero al final no pude ir a la tertulia de este mes, y bien sabe Dios lo que me acordé de ella. Después de haber quedado por la mañana con un capataz que vende bolsos por la Alcaicería, hice rabona... el mes que viene será.
Marco incomparable, y ambiente aún mejor; el ambiente de la buena gente de San Isidoro con la que tuve la suerte de encontrarme hace ya algunos años.
No pongo nombres; no tengo ganas de escribir toda la nómina de la Hermandad.

Un abrazo a todos.

Reyes dijo...

Esta cofradía encierra lo que hace que la Semana Santa me apasione.
Sobre todo cuando se para el capataz delante del paso y cruza los brazos.
Pura Semana Santa.

radioblogueros dijo...

Querido Canónigo:

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