Calor de mes de julio. Cerrado al público. Huele a incienso y bacalao con tomate. Suenan marchas de la huerta de Macario. Fuera sigue el mundo. Josemi pega al ansiado estirón. Corren copas largas y torrijas. El anfitrión, Pepe, tiene cara de felicidad, se le nota agusto, entre amigos.
Alguno de primera de Pilatos se ha puesto en primera fila mermando la visual al resto.
Juan el Mirlo sonríe, Nacho no sabe porque hueco sacar la basura. Josemi, yo a pesar de ser observador, también soy aspirante a ocupar un hueco, en un laito chico de la barra de la Fresquita.
Soy del Baratillo y San Isidoro y aspiro a tomarme una cerveza en un rincón rodeado de amigos.
El reloj, ese tirano de pilas y muñeca, me llevó lejos de aquella reunión en la que eché uno de esos ratos que te hace sonreír cuando los recuerdas.
2 comentarios:
Dicen en Arte Sacro que te casas con Lola en San Isidoro la primavera del año que viene. Si es verdad, mis felicitaciones más sinceras.
Saludos, el historiador
Esos ratitos son lo mejor que te puede pasar en la vida, con los que el corazón te sonríe cuando, años después, los recuerdas.
Yo, afortunadamente, tengo miles.
Y si es cierto eso de la boda, mi más sincera felicitación (tengo a tu disposición por si te hace ilusión, unas arras muy originales, digamos que con cierto matiz verderón...)
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