
Aun el sol se veía posarse por el Aljarafe y sobre tus piedras se posaba la oscuridad. Te llenabas de eternidad mientras te distanciabas de la luz. Nacía tu luz interior. Se abrían tus entrañas esas que se ocultan del sol. Tus adoquines reflejaban la luz amarillenta de las farolas. Sentí cerca tu corazón, el de una ciudad que se abre cuando las luces del día se escapan.
4 comentarios:
Otra fotografía sencillamente apasionante...
Un abrazo Canónigo de mi arma.
SUBLIME...
Ya nos falta menos...
que buen cuadro estás pintando a base de sublimes pinceladas..ay tocayo.
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