domingo, 9 de noviembre de 2008

LA VIDA AQUELLA


Aquella que pasó una tarde de verano mientras volcábamos sueños en tempestades. Aquella vida etérea y sin fundamento que nunca hicimos coincidir con la nuestra aunque bien que lo intentamos. Recuerdos que se fueron y no vuelven por desgracia y gracias a Dios. La vida hecha de momentos y segundos que se saborean como un chianti. Paladear el aire como si fuera el último que queda entre nuestras vías. Mirar al cielo como si nunca lo hubiéramos visto. Mirar sus ojos del mismo color que el sol cuando atardece y que viran de color ante las luces propias del astro rey. Recordar y soñar. Soñar recuerdos y recordar sueños que aun permanecen cerca. En este estúpido trajín que es la vida. Que nos queda sino saboreamos una sonrisa. Que sería de nosotros si no paladearamos un beso como si fuera el último. Hay que ilusionarse como si no hubiera mañana. Tiene cojones que yo halla escrito la última frase. El más atormentando de los mortales. Y es que no hay nada como que te besen para que te den igual el mañana y los recuerdos.

4 comentarios:

Juan Duque Oliva dijo...

Gran beso

Juanma dijo...

Otro beso más...

el aguaó dijo...

Hay besos, mi querido Canónigo, que se dan como si fueran los últimos. Hay besos que te insuflan vida.

Hay besos que te hacen escribir...

Un abrazo inmenso.

Sabor Añejo dijo...

Seguramente sin un beso y sin los recuerdos pasados, tal como tú los recuerdas, no seríamos lo que somos.
No te digo ni mejores o peores, pero desde luego distintos, sí.

Saludos

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