miércoles, 14 de mayo de 2008

ENTRE PINOS Y ROMERO


A mi taxista favorita, esa con la que iría al fin del mundo aunque condujera yo, menos mal que me dijiste lo del libro.

Me parecías un sueño, uno de esos sueños que uno cree que no va a olvidar mientras viva, tenías pinares a tú alrededor y carretas, pero la oscuridad de la noche te daba ese hálito de soledad que tienen los sueños.
Te miré tantas veces que te sabía de memoria, olía a romero y a carne en salsa lejana, no podía acordarme de nadie, porque en ese instante me acordaba de todos, me senté en el suelo, sobre unos matojos, porque la arena estaba medio mojada y por hacer una foto, no había cantes, no había vino, sólo tu mi simpecao y una luna en cuarto creciente que a veces se escondía entre las nubes, sólo un abrazo de quien tu sabes hubiera hecho superior aquel momento, cuando me aleje de ti, sólo pensaba en lo triste que acabo el Rocío, aunque pueda estar allí, no sé que será de mi el año que no pueda verte, por los caminos y en la aldea, cuando ya no te veía te recordaba entre mis sueños, y así en buena compañía me fui buscando Sevilla.

1 comentario:

Rafael G. Organvídez dijo...

Amigo Canónigo:
¡Bienvenido de nuevo a Sevilla! Atrás dejas las marismas de Huelva y medio corazón "prendío" de la Virgen. ¡Otro año más!
Nos veremos en el Corpus.
Un abrazo

LA ÚLTIMA PRINGÁ

 Extraña sensación la de decir que tienes que ir a un bar a comerte un montaito antes de que cierre el domingo y que el camarero descendient...