Si era una tarde de julio y estabas en Conil, significaba que el levante venía, en la sabiduría popular, además no fallaba, era oír esa flauta extraña, con nombre peculiar que nunca logré recordar, y de repente, en menos de doce horas, entraba ese levante que hacía impracticable la playa; volvías de vacaciones y mientras te aburrían en el instituto con la enésima ecuación de segundo grado, oías alternativamente, la maldita flauta, poco antes o justo después de que hubiera pasado "el tapicerooo", con esa ristra interminable de muebles algunos que sólo tendrían en casas de alta alcurnia, lo que no recuerdo quien me enseñó pero nunca logré evitar fue cubrirme la cabeza cuando oía la flauta de simpar nombre, pues alguien me dijo una vez que daba mala suerte, y yo no soy supersticioso pero por si acaso.
viernes, 4 de enero de 2008
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1 comentario:
Es curioso este tema, como todos, supongo.
El afilador que va por la calle, con su sonido característico de la armónica, te cobra 3 ó 4 euros por cada objeto afilado, con dudoso resultado. Luego vas a un "vaciador", por ejemplo J. Amable González en la calle San José 24 en la Puerta de la Carne, que tiene que pagar impuestoa y que te deja los cuchillos afilados de verdad, y te cobra, también, 3 euros, pero ahora el cuchillo te dura tiempo realizando su función. Cómo se llama ésto. Es decir, hay que exigirle a toda persona que realice su trabajo correctamente.
Perdonadme, sé que el comentario original iba en sentido más bohemio, pero me ha salido la vena reivindicativa.
Un abrazo
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