jueves, 13 de junio de 2019

Un fotógrafo de leyenda

Era la procesión de palmas del año 2003 cuando un fotógrafo larguilucho y con gafas se afanaba en fotografiar a un pobre tuerto de abrigo gris raido, que pedía en la puerta de la Catedral, mientras  los demás fotografiábamos a Su Eminencia el Cardenal que era en sí la foto de  que publicarían nuestros medios de comunicación. Con el tiempo nos hicimos amigos y me enseñó aquella foto en la que el pobre era el contrapunto de un canónigo de panza ancha y ropajes vistosos, aquello más que una foto era una historia. Cuando le comenté aquel hecho me dijo "al menos tu me viste a mi, que ya es algo, los demás ni me vieron".
A partir de ahí tuvimos muchos momentos de fotografía y amistad, conseguí quitarle malas costumbres a golpe de patada en la espinilla, y nuestras excursiones fueron cada vez más lejanas. Lo recuerdo cubierto de polvo en el charco de Huelva, muerto de risa con mis ocurrencias, a oscuras en la Madrugá sevillana en la Catedral, con cerveza taquillera y mediana de Moreno. De pateos por el centro y desayunos candelarios...
Todo con una ristra de fotos hechas recuerdos en las que mostraba historias que pasaban ante sus ojos y ante los mios, poco a poco fui entendiendo que esto de disparar es para contar algo que para retratar ya están los foto matones. Y tuve la suerte de aunar maestro y gran amigo en una sola figura.
Ayer desde mi convalencencia encontré un rato de felicidad porque mi amigo y maestro ha recibido el reconocimiento internacional, del National Geographic USA, nada menos. Un tipo que pueden ver sonriendo entre medianas y montaitos hablando de cosas normales, se ha hecho un hueco por derecho propio, por calidad e inteligencia dentro de los mejores fotógrafos mundiales, y lo mejor es que si lo ven no se lo notaran ni en su cara ni en su forma de ser con los demás. Si Zamora hubiera nacido en Brooklyn estaría rifado. A pesar de eso yo egoistamente lo prefiero nacido en Heliopolis en uno de los chalecitos, porque así tengo más cerca a mi maestro y amigo. Un abrazo grande amigo y maestro cuando vuelva a andar nos vemos en el taquilla.

miércoles, 12 de junio de 2019

Mañana

Debe de ser mañana y sobre esta hora, cuando llegando hasta Evangelista se acabe este Rocío de cordón verde y sueños. Un año triste y feliz a la vez, triste por no estar donde me gusta estar y feliz de sentir el cariño hecho fotos y videos. De familiares y amigos que han sentido esta alma rociera atravesada y han querido sanarla con trocitos de caminos.
Mañana entrará ese Simpecado que tantas veces se ha cruzado en mi camino. Ese Simpecao que tantas veces me ha hecho feliz y tantos buenos ratos me ha aportado.
Muchos cachitos de camino a su amparo, muchos trocitos de vida desde donde la Virgen te mira para que sientas su influjo.
Mañana no subiré a Castilleja a esperarte, ni siquiera por Triana, no escucharé cohetes, ni al Cele, ni veré a nadie conocido con quien hablar un rato.
Mañana entra Triana y aunque no te vaya a ver, gracias Rocío, por el capote cuando me rompí, por cuidarme desde entonces, por los sanitarios que me curaron y cuidaron, por mis familiares y amigos que me cuidan y hacen que este camino de sofá y reposo duela menos.
Mañana entra Triana, la de las noches andando por Torrequemada buscando el corazón de plata del barrio. Mi Triana de botellines manriqueños. Mi Triana de encerrarte en Cachorro pa no seguir andando. Mi Triana de medalla verde en los examenes. Mi Triana de petición de mano ante un azulejo, por no poder ir a la "pará". Mi Triana de sábado de sombreros al aire para decirte que te queremos otra vez.
Mañana sonará "el adios", esa letra que nunca conseguí saberme porque comenzaba a llorar en la segunda estrofa. Mi Triana de quedarte parado hasta que casi cierran la capilla y después buscar algún bar abierto para consolar la nostalgia.
Mañana vuelve mi medalla, que gracias a Maika ha estado donde me hubiera gustado estar a mi, la Virgen, mi Virgen ha visto mi trocito de cielo gracias a Ella.
Mañana entra Triana y gracias a mi amigo Jesús tengo esta foto para coronar estas letras, nunca olvidaré aquella noche de porche y guitarra.
Mañana entra Triana....,gracias,gracias y gracias Madre.

domingo, 9 de junio de 2019

Encogido

Domingo de Pentecostés, no escribo para dar pena, demasiadas cosas malas hay en este mundo para que un simple tendón roto pueda elevarse a la categoria de tragedia. Aquí estoy encogido Rocío, aquí estoy recreando ese día que ya mismo cuando hayas llegado a la iglesia de la Asunción, iremos si tu quieres con mis muletas a darte gracias.
Gracias Rocío porque aquella caida no fuera más que una rotura de tendón que sólo se quedara en eso, por la fuerza que le has dado a los que tengo alrededor, a mi Lola, a mi Hermana, a mis Padres y Suegros, amigos, familiares,...,para no dejarme caer otra vez.
Protege también a Maika por llevarse mi medalla con la Chiquitita. A los sanitarios que me llevan y llevaron...gracias Rocío por todo el que me has hecho sentir en modo de mensaje o llamada, por el Truji, Julio, Zamora, Sebas, Pedro...., y tantos y tantos que me han enviado un sonido, una foto o un video para sentir más cerca lo que tanto quiero y añoro.
Este año Coria, la calle Castilla, los escalones de Villamanrique, el Quema, el Charco y tantos y tantos rincones que cada año me cargan de vida los he sentido en mi teléfono postrado en mi sillón.
Por eso Rocío aquí sigo pidiéndote por tanta gente..., porque no soy nadie sin los que tengo alrededor.
Y sueño con visitarte
si tu mirada me acerca
una mañana de agosto
apoyado en mis  muletas.
Porque Madre mía sin duda lo que más echo de menos y más encogido me tiene es no haberme agarrado a esa reja bendita, allí donde todo empieza y acaba. Al forjado hecho de corazones y plegarias. A esa cerca desde donde tu mirada abarca a todo el que llega. Gracias Rocío voy a seguir echándole paciencia, te veo cuando tu mandes. 

LA ÚLTIMA PRINGÁ

 Extraña sensación la de decir que tienes que ir a un bar a comerte un montaito antes de que cierre el domingo y que el camarero descendient...