Se retiraban de mi lado con presteza y pintaban de negro la noche. Capirotes oscuros como la distancia que se pierde en los recuerdos. Capirotes que acaban con la Semana en la que la ciudad se llena de capirotes.
viernes, 13 de febrero de 2009
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5 comentarios:
Siempre me gustó esa palabra: capirote.
Un abrazo, Canónigo de mi arma.
En el patio, mi padre, con su túnica
negra, en la madrugada más profunda
de la clarísima ciudad, se ha puesto
solemnemente el negro capirote.
Silencioso es el rito, no aprendido,
sino heredado, yéndole en la sangre,
pues los siglos se ven hasta en la forma
de sujetarse el antifaz al rostro...
Rafael Montesinos
Ya los estamos viendo, asomando por una esquinita.
Saludos.
En un aspecto más prosaico y menos bello, estoy al borde de pegar el salto y tener un capirote de tela metálica… si, es duro… pero no sé… ¡estoy tan perdida!
Kisses artista
¡que ganas tengo de perderme en un bosque de capirotes!
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