martes, 24 de febrero de 2009

NAZARENO



A Diego.
Nacía la mañana tempranera de suspiros y de sueños. Aún conservaba el olor a leña, a tostada y a aguardiente. Quedaba un día para el tiempo de la felicidad. Ese tiempo templado de nostalgias y de ritos que cuando nacía ya se echaba de menos. Suspiré por el frío en ese instante en el que aun el sol no ejerce de calor y pasee sin rumbo por zonas que mi memoria guarda para siempre en ese almacén en el que nacen las verdades. La cortina de la puerta estaba fría y pesaba como un día sin verla sonreír. Entré en la iglesia. El Nazareno quebraba sus hombros sobre el dolorido peso de nuestros pecados. Me senté a su lado sin pensar sólo tratando de llegar a ese extraño nirvana que a veces se alcanza en los templos. Pronto vendrían días de barullo. De quinarios, de función, de nazarenos destocados rezándote..., pero ahora sólo estábamos tu y yo. Te conté muchas cosas, tantas que mi memoria se atoraba por exceso de transito. Dos señoras entraron hablando bajito de una tercera que por lo visto el hijo se había quedado parado y me trajeron de mi estado. Me persigné y te miré con mi cámara. Al retirar el portón fuera nacía el sol. Pronto sobraría el chaleco. Pronto sería hora del ángelus y la primera cerveza. Pronto empezaría el tiempo eterno de la felicidad. Pronto vería su sonrisa. Arrancaba el martes de carnaval y tenía ganas de sonreír.

4 comentarios:

Zapateiro dijo...

A Diego se le van a caer dos lagrimones como limones. Precioso, como lo son los titulares de esta entrañanle hermandad.

radioblogueros dijo...

¡¡Qué auténtica maravilla, Canónigo!!

Saludos.

No cogé ventaja, ¡miarma! dijo...

Voy a salir corriendo a comprar una "máquina" de fotos porque debe ser una harta de fácil hacerlas quillo, al menos eso parece viendo las tuyas Canónigo.
Felicidades por como las haces y como las explicas.
Un abrazo.

Diego Romero dijo...

... y diez. Ya he contao diez, pero voy a cerrar la ventana de los comentarios, voy a mirar de nuevo la foto de su mirada, y voy a seguir contando... Ahora vuelvo; cuando le quite la baba al teclado.

Un beso, Canónigo.

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