Unos se persignaban, otros se emocionaban, otro rezaban, otros lo hacían todo a la vez, a nadie dejaba indiferente su paso, todo aquello que de pequeños nos enseñaron estaba en cada zancada con la que ibas ganando cada calle, no había vencejos, ni ruán, ni túnicas de cardos, ni canastilla dorada, sin embargo las emociones estaban intactas, todas nuevecitas, como la primera vez que nuestro padre nos explicó quien era aquel que a cada vuelo de su túnica hacía temblar los imperios, que había que rezarle para que el abuelo descansara, que su rostro demacrado de dolor y de tiempo, se ponía triste cada vez que hacíamos algo mal, que aquel que podía tener los cielos y la tierra a sus pies vivía en San Lorenzo donde todo empieza y todo acaba,... años después fui a pedirte explicaciones, muchas veces, hasta que entendí que allí estabas tu haciéndome volver, una y otra vez, regalándome emociones que hacen que siga buscándote por allí por donde vas.
domingo, 27 de abril de 2008
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2 comentarios:
Que bonito Sr. Canonigo, que bonito....
Preciosas las fotos y los textos canónigo, bonitas de verdá.
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