viernes, 23 de noviembre de 2007

La soledad del penitente


Llegó desde San Vicente hasta la Puerta de Jerez, los pies le dolían desde que el domingo se puso los zapatos que hacian juego con el traje para vestirse de Domingo de Ramos; y todo por caerle en gracia a Ella, con lo agusto que iba él siempre con su chaqueta vaquera y sus botines; aquel miércoles Santo había sido especialmente duro, varios parones interminables, bullas, una cofradía nueva, su madre le esperaba en la Plaza de Teresa Enriquez, como cada año desde que faltaba padre, vió aquel banco próximo a la parada de taxi, y mientras su madre se afanaba en coger uno, el se sentó, sabía que estaba mal, pero no podía más, aquel dolor de pies merecía la pena, sólo por verla sonreir cuando lo vió vestido con su traje gris marengo, y por el fugaz beso que se dieron en la parada del 26 el domingo de Ramos, allí se quedó pensando en el sabor de sus labios, y en lo complicado que es "por el camino más corto" cuando vives en la carretera Su Eminencia.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Es genial como coloca los pies. Demasiados parones como bien dices, ahora,desde el Museo hasta San Vicente fue precioso.

bogar dijo...

Muy bonito y muy real.Saludos

Amargurista dijo...

Ya me contaras, campeón...

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