viernes, 29 de febrero de 2008

SIN MÁS


Te vi llegar una mañana de Lunes, tu iglesia abría y fuera la primavera se convertía en realidad, allí pegado a tu mano la vida parecía menos dolorosa y hasta los rayos del sol se filtraban por los ventanales como la esperanza transcurre en las vidas.
Tu mano transcurría si pausa ante el paño mortuorio, alargandose hacia el suelo como necesitando ampararse en la madre tierra, de donde todo viene y a donde todo va.
Hablamos largo rato, te conté y me escuchaste y aquella soleada mañana de lunes supe que volvería a verte cada lunes que pudiera y me fui más tranquilo, oliendo a azahar y con tu rostro en la memoria.

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