Esa espina que nace de la honda crueldad para romper el amor que legaste a los tuyos. Esa díscola espina que se retuerce para nombrarte Salvador. Para dejar la luz del mundo en tus manos. Esa espina irreverente que traspasa nuestros sueños para ser tu pesadilla. Las espinas que seguimos clavandote cuando menos te lo esperas, cuando menos lo mereces.
miércoles, 24 de septiembre de 2008
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