Garfio apareció por la Carrera Oficial. Ese año ya no habría Semana Santa. Habían roto los relojes para que nadie pasara por Campana. Peter Pan volvió y se negó a dejar esa varita que tomó en la Borriquita. Y desde la Iglesia de Nunca Jamas trajo el tiempo de una nueva Semana santa en la que la importancia viniera por lo verdaderamente importante. Y donde el reloj era accesorio para comprender la verdadera naturaleza de la Semana Santa. Donde el fondo de la religiosidad popular volvió a ser la fe y la forma quedó en anécdota.
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