La noche fue casi buñuelana. Hacía tiempo que no lo pasaba tan bien. Hubo risas, llantos, chocolate, alcohol, y hasta un esguince. Todo fue derivando en una madrugada. Ese momento de la vida en el que salen los demonios y que el Canónigo suele renovar sueños y esperanzas.
Casi sin darme de cuenta me vine a casa, con la sonrisa en la memoria y un gesto digno de la carátula del perro andaluz, impregnada en una foto.
4 comentarios:
Buena foto
Ay, ay que me suena esa cara...
Señor Canónigo, ya le tengo puesto tb en mis enlaces. Un placer poder figurar en su lista.
Un abrazo
Impresionante documento. Impresionante elemento.
Espero que no entrara en tu sueños.
Un abrazo.
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