A todos aquellos que alguna vez han sentido la necesidad de la tradición.
Así me encontré su mirada, ante las manos de Jesús, el de su familia, ese hijo del hombre vituperado por los semejantes que se presentaba ante San Juan de la Palma con las manos atadas al tormento, no se su edad pero aupada por una familiar allí mostraba su sonrisa en un ritual que servía para que los tiempos no quebraran la memoria de la sangre.
1 comentario:
Yo me quede sin palabras cuando estuve ante El, una terrible emoción me impidió casi mirarle a la cara, me descompuse, un año mas ante mi Señor del Silencio.
Publicar un comentario