
Nacía el sol de una gélida mañana de diciembre, para un día que me encontraba en la calle y con cámara a esa hora quise buscar un rincón que me quedara para siempre, y lo hallé desde la calle Dos de Mayo, desde donde la Giralda y la catedral parecían emerger del fuego del más cadencioso de los avernos, lastima que el Giraldillo mirara para la zona de plaza del Triunfo, pero bueno, no se puede tener todo en esta vida.
3 comentarios:
De nuevo espectacular compadre, la luz, como siempre.
Que le gustan a los románticos los amaneceres y los crepúsculos!
Buena similitud. La combinación de colores es genial.
Es que mirarla a pie de calle desde el arenal...
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