Ya está la noche convertida en madrugada y aún huele a tierra mojada por Sevilla Este. Hace ya casi dos horas que volvimos de mi barrio, del Cerro del Aguila, donde el gozo no fue completo.
Familia alrededor y balcón repleto de mantones para la vecina más ilustre del barrio, pero la lluvia dejó el sueño a la mitad. No vimos esa luz que desprende tu mirada. En estos tiempos en los que la fe es tan necesaria, nos quedamos sin tu cara por las calles.
La cara de la Virgen de mi infancia. Recuerdos de un día de comunión a tus plantas cuando aún no había llegado tu hijo al barrio. Recuerdos del día que llegó tu Hijo, que llovía como hoy ha llovido. Recuerdos de unos niños que tocaban la corneta con tu nombre por bandera y la partida temprana de tu banda nos permitió tocar detrás de Ti, cuando aún tu Hermandad no era el gran redil que es ahora.
Hoy he vuelto al Cerro para verte y para estar con mi familia y me voy feliz porque aunque no te he podido ver desde el balcón de mis padres, una vez más me he quedado prendado de la luz que desprende tu mirada.
domingo, 16 de septiembre de 2018
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