domingo, 26 de noviembre de 2017

La llave de Serrano

Así estaba Manuel, hermosísima. Con esa mirada dulce de la que entrega su vida al Hijo roto. Así la vi el sábado gracias a Óscar, ese serranito que suplió tu vejez y es alma máter de la Capilla que tanto anduviste arriba y abajo.
Te pasa como a mí que la ves guapa hasta en chándal, y es que nuestra Madre de ojos de miel cuando te mira ya tu cingulo no tendrá otro color que el blanco.
Hoy te escribo Serrano desde Segovia, allí donde mi ángel Lola y yo hemos venido a descansar del día a día.
A esta hora ya debe de estar la capilla a oscuras y nuestra Madre aún en el altar en el que hoy ha recibido en ese pequeño crucero que tenemos donde el Mal-Baratillo.
Te echamos de menos Serrano. Faltas en el día a día en la puerta de la Capilla mientras nuestra limpiadora se afanaba el otro día en terminar ambos nos emocionamos al recordarte. Que tristes son las ausencias. Cada vez que alguien de nuestro día a día se va para siempre es como si agotáramos ese taco de sueños con él que vivimos.
Me queda el consuelo de que seguro que en algún momento has bajado a verla y si no Ella lleva tu llave para recordarte que debes cerrar esa capilla, la de los baratilleros que se fueron a dormir para siempre en los ojos dulces de la Morena de la calle Adriano.

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