viernes, 17 de noviembre de 2017

Empatía sacra


" En verdad te digo que hoy estarás conmigo en el paraiso."

Esas palabras etéreas y eternas de nuestro Señor, la capacidad de San Dimas para ponerse en la piel del condenado injustamente y saberse distinto a aquel que sufría las penas del resto.
Ese concepto tan manido últimamente y que tan antiguo es, la empatía.
Empatía de un ser humano que apela a la empatía cuando le conviene a él y no a otros. Un concepto malversado para el bien propio y no para el ajeno.
Hablar de empatía en Sevilla, la ciudad de las navajas voladoras, es casi como hablar de donuts en la consulta de un endocrino. Nuestras hermandades no se encuentran ajenas a esta falta de concepto. Y para poner en negro sobre blanco, más que un blog necesitaría una enciclopedia.
Personas desposeidas de su lugar en la cofradía por vendetas antiguas, miembros de juntas boicoteando hermandades, voceros de las tragicomedias moradas que ahondan en el fango como si de él fuera a salir la luz, cuando bajo el lodo, sólo hay más lodo. Criticadores de carné que saben entender los conceptos de las cofradías mejor que nadie, ya que su RH deriva directamente del Abad Gordillo, navajeros voladores a lo Kill Bill que apuntan contra todo aquel que intente mejorar algún aspecto de nuestra fiesta..., y así podría seguir  derivando a infinito.
Yo no soy quien para decirle nada a nadie, pero en las cofradías hay mucha gente que trabaja por amor a unos titulares y a muchos he visto desistir de su labor, rendirse directamente, por esa ciudad tediosa y aburrida que hace de la mofa y el navajazo deporte olímpico.
Yo ya hace años que desistí, mi única opción son mis titulares, tal vez sea la decisión más cobarde pero me negaba a denostar una celebración cristiana que adoro. Sólo por los que aún son capaces de sentir empatía hacia el hermano, sólo por los que trabajan para sus titulares porque el Señor y su Madre tengan un culto digno, y sólo por los que tratan de que este cruce entre arte, religión, espiritualidad y Sevilla siga adelante unos siglos más. Sólo por esos merece la pena seguir adelante en el mundo cofrade y por Cristo y su Madre, por un Señor que mientras los clavos atravesaban su carne fue capaz de sentir empatía por aquel ladrón que moría a su lado. Pensar antes en el prójimo que en si mismo,...,pues no que me suena el concepto.

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