sábado, 5 de abril de 2014

NOCHES CAUTIVAS

A MIS GENOVEVOS, QUE SON MUCHOS... A veces Señor las noches son cautivas por falta de sueño y otras por ensoñaciones. En la segunda llegamos mi Mujer y yo a buscarte entre naranjos que se resistían a perder sus azahares antes de que tu pasaras. Te vi de lejos antes de salir a la Avenida, eras una silueta en contraluz de espaldas sobre una pared blanca. Y ahí me fijé en tu porte, erguido pero a la vez rendido al desaliento, como el que sabe que a partir de ese instante todo va a ser malo pero hay que asumirlo y vivir con ello. Al dar la vuelta hacia la Avenida te vi salir de frente de aquella calleja y volviste a mirarme como hace 17 años aquel lunes santo en el que recogí las llaves de la que si tu quieres será mi casa para siempre, a los ojos implorando y a la vez diciéndome "no te preocupes" "aquí estoy yo". No se Señor tu validez artística y sinceramente me importa lo mismo que si se puede criar berberechos artificialmente en Marte. Lo que si se Señor es que es mirarte a los ojos y una corriente de fe baja de mis ojos a mi corazón y a mi espina dorsal, como si supiera que tu eres el camino a seguir cuando la lluvía cae como de cemento las tardes de otoño. Lola y yo ibamos a acompañarte un rato, que se prolongó hasta que entraste. Gracias Señor por todo lo que me das a diario, por la salud, por mi Mujer, por mi familia, por este paro activo,...y por estas noches cautivas, que llegan poco a poco hasta inundar toda mi alma.

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