jueves, 22 de marzo de 2018

CUANDO EL CAUTIVO ANDUVO ENTRE NOSOTROS


A mi Hermano Edu

Hoy vengo sin foto que ofrecer,la foto que acompaña este texto es del Vía Crucis, porque la foto se ha quedado impresa en ese rincón en el que dentro de ti, se queda todo aquello que nunca olvidarás. Y es que hoy Jesús Cautivo ha bajado al suelo del Tiro de Línea antes de subirse al paso en el que si Él quiere lo veremos el Lunes Santo.
Ahora que la noche se ha convertido en Madrugada y pronto ya habremos gastado la primera hora del jueves, no puedo parar de pensar en lo que he visto esta noche.
Se inició rodeado de personas conocidas, de hermanos, para lo bueno y para lo malo. Para un rato de charla en la puerta mientras se vestía el Señor.
Cofradías, el tiempo, el que falta este año, los que recogen unos tirantes como regalo de su onomástica pasada...Hasta que se abren las puertas. Oscuridad controlada. Cirios rojos de pasillo. Un pintor Murillesco que observa con ojos de querer quedarse todas las luces. Dos pregoneros de distinto corte, un con cirio otro pendiente de los que van a llevarlo. No me alcanza la vista, pero lo veo salir, en brazos de sus hijos. Se inician los sollozos. Alguien lee textos que se pierden en tu mirada Señor. De pie entre tus hijos que te piden, te rezan..., con esos ojos que imploran ayuda, mientras, todos te la pedimos a ti Señor. Mis letras no igualan el momento. La luz anaranjada de los cirios te dan un halo de místico poder que sólo se rompe por las lágrimas que brotan. José Manuel te coge por delante para avanzar el trecho que llega hasta su Madre, este año su Padre lo ha visto desde el cielo cargar con su Cristo. Lloramos todos los que presenciámos la escena, nada duele tanto como una ausencia, aunque el Señor te aporta la Paz que el dolor de la vida precipita sobre nuestras almas. “Ayudame Señor” esa frase se me clava en el pecho como una daga voladora. Un Señor se dirige al Cautivo, entre lágrimas. Suena el coro con esas letras que ya vamos relacionando con esos momentos en los que la emoción nos inunda. Sube el Señor poco a poco, hasta estar asentado en su paso. Nos vamos retirando tras unas oraciones. La noche está fría. Los ojos llorosos. Que mal ratito más bueno con nuestros hermanos, gracias Señor, mil gracias.

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