El sueño iba y venía, el martillo y el crujir de las trabajaderas sirvió de despertar a los que le sentíamos llegar a nuestros ojos entrecerrados.
- Venga de frente.
Y Dios pasaba silente y muerto ante nuestras caras atónitas ante el amor hecho muerte.
Pisadas de fe eternas en la madrugada de Sevilla.
Así pasa el Calvario como un día normal por nuestras vidas, encerrando tanto en formas tan suaves como las lineas de su torso inerte.
Se va la madrugada entre sus brazos extensos.
La muerte hecha vida vuelve a su iglesia.
Calvario de amor entre los hombres.
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