No tienes Señor, no tienes manera de convencerme, no era día para morirse y menos el Campos, sin comillas porque para mi el Campos es un recuerdo de nueve años acostado en su salón recién acabado de almorzar llegado de su pescadería.
"-Isabel tu profe ha llegado", y sólo la llamada del móvil de alguien que donaba regalos para la tómbola de la hermandad...
Ay Miguel Angel, nunca es buen día para morirse, pero menos ahora. Recién salido del susto, con la navidad asomando.
No quiero ni pensar en mis alumnos, tu hija y tu sobrino, cuida desde las plantas de tu Cautivo a los que no sabemos explicar porque te has ido y descansa en paz. Aquí nos dejas doloridos, manda fuerza que cuando alguien como tu se va hace falta afianzar la Fe, para no pensar que tu partida ha sido una broma de mal gusto. Un abrazo Bola, hasta siempre.
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