Aún con los zapatos llenos de albero y barro y la túnica por recoger de la tintorería empieza en Sevilla ese tiempo que entre Rocío, Corpus y Glorias,...,nos lleva a la canícula, que aunque suene a emperador romano no es más que la "caló.
Una vez pasados los días grandes deberíamos
reflexionar sobre los derroteros que está tomando esta ciudad y por ende sus
fiestas mayores.
No soy el abuelo cebolleta aunque ya tengo edad para
decir "esto antes era campo", y he visto transformarse las fiestas de
Sevilla, empezando por la Velá del Cerro, que pasó de una fiesta que se vivía
calle a calle y bloque a bloque, a una verbena arrinconada.
Más que ponernos en plan sevillana del Pali sobre lo
que se fue, deberíamos pensar el hacia dónde vamos.
Esta ciudad y su alcalde me recuerdan a aquella
película llamada "Hombres de Honor" en la que Robert de Niro repetía
varias veces el decálogo del buzo de la Marina y tras describir las penalidades
del Buzo culminaba diciendo "...coño no sé quién querría ser buzo de la
Marina."
Pues lo mismo aquí hagas lo que hagas siendo alcalde
nunca acertaras, si crees que debes ampliar la feria, protestaran porque
preguntes, no votaran, ridiculizaran al que lo haga y después se quejaran por
el resultado y la consiguiente ampliación. Que no quiere decir que yo esté de
acuerdo con esa ampliación, ojo. Pero para una vez que nos preguntan...
Luego está el engendro que ha resultado, feriantes
muy descontentos porque han perdido su sábado de feria, días de feria en
Chamberi, tablaos callejeros para actuaciones suspendidas, botellonas, bares
clandestinos en mesa de playa, y una extraña feria que siempre ha sido nuestra
y ahora vira peligrosamente al exterior. Siempre nos quedaran los reportajes de
Canal Sur (la de ellos), que representando las 7 (SI YA SE QUE SON 8 EN LOS ATLAS) provincias andaluzas nos
contaran como sus casetas son públicas, como si eso fuera sinónimo de fiesta
abierta, cuando la feria de Sevilla siempre ha sido abierta con el de fuera...,
y ahora me dirán "hombree si conoces a alguien...", tratad de ir al
Carnaval de Cádiz o las Colombinas..., sin conocer a nadie, verás. Las fiestas
deben ser abiertas pero no por decreto. Aquí siempre hemos acogido al que venía
y siempre han habido casetas de acceso libre, aunque no veo del todo mal el
centro de interpretación de la feria instalado en la antigua caseta de Abengoa.
Por guerrear este año se ha guerreado hasta por el color de los farolillos,
para los daltónicos a posta, siempre han existido los farolillos naranjas, no
han sido nuevos de este año porque esté Ciudadanos.
Acabo la feria, que ha sido triste en lo personal,
con la misma sensación que la Semana Santa, hay que ser más autocríticos en
todos los ámbitos, no sólo los que mandan, no "se están cargando la
feria", "nos estamos cargando la feria", porque no sólo el consistorio
está dando palos de ciego, los lobbys de esta ciudad, cuando no es uno, es
otro, y los ciudadanos con esa crítica constructiva, con la constructividad de
una bomba atómica.
Tenemos que tener claro hacía donde vamos, y hacia
donde queremos que vaya Sevilla, y si seguimos estirando cuando uno de una
punta acabará rompiéndose y después vendrán los llantos y las esquelas, que
hasta eso se nos da bien en esta tierra. La feria en la que la Pata de Pollo
volvió al Real, y en la que ya se dejó ver a Murillo como prólogo de su año, se despide con la necesidad de una profunda reflexión, y no sólo
por parte de los que mandan.
Sevilla en fiestas, esa selva que puede abducirte y expulsarte, con la belleza de lo natural y la repulsión de lo bajuno.
Ante todo no sean como los patos que se empeñan en chocar entre ellos y disfruten, que como dijo Benigni, la vida es bella y en Sevilla, y en fiestas, más..., espero que hayan disfrutado y ahora a reflexionar para que en años venideros sigamos disfrutando. Ea con Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario