viernes, 8 de enero de 2010
ENTRÉ EN LA BASÍLICA
Por fin entré en la Basílica, la última vez( hace más de un año) aun estabas tu presente. Tenía el frío metido en el cuerpo y en el pensamiento cuando cruzaba el atrio donde se reune la Esperanza de los mortales. En un año y pocos días no había llegado tan adentro de su casa. Me senté en el segundo banco delante de tu Hijo el sentenciado. Lo superé compañero, volví a entrar; una señora anónima se me acercó al ver las lágrimas de un tío grandote del Cerro afianzado entre el Arenal y Triana que se pierde a las plantas de ese altar;"¿estas bien niño?", "si Señora no se preocupe, ya pasó" "hijo mio a su lado todo pasa". Salí a la calle, seguía haciendo frío. Entré donde sirven el Arenas en vaso de caña, la ocasión lo merecía y el día lo pedía a gritos. No hay nada como el aguardiente para el frío y las cicatrices del alma.
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6 comentarios:
Directamente salido del corazón.
Como diría esa misa señora mayor: "que Dios te bendiga" Antonio.
Un beso.
Si es que la Esperanza.... todo lo puede....
Brindo por ti....
Será una tonteria decirtelo, pero se me saltaron las lágrimas.
Besos
Eso son cojones Antonio, ¿un año sin entrar a verla? Uff.
Anda que el reencuentro sería cualquier cosa, benditas lagrimas las que se vierten en estas ocasiones.
Un abrazo
Dicen que todos pasamos por esta vida, pero estoy completamente seguro de que una vez que nos vamos con la señora de San Gregorio, permaneceremos vivos en quienes nos recuerdan tantas veces sin imaginarlo siquiera.
Es por eso que siempre nos queda aferrarnos a las manos de la Esperanza.
La Esperanza es lo último que se pierde, "pare"... Ahí se cura hasta la gripe A.
P.D. La único que hay que temer es que un día de estos cierre El Rinconcillo; eso es de araquiri, del tirón.
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