Puede tu luz quedar
en sombra mortecina
que como fúnebre hornacina
mi alma quisiera asaltar.
Puede tu dolor
parecerme sin sentido
y que tu afán dolorido
no sea fruto del amor.
Pueden tus heridas ciertas
parecer algo fácil
que en tu figura tan grácil
tu dolor perezca en puertas.
Pero Padre lo que nunca pueden
obviar mis sentidos
es que cuando yo te miro
la paz en mi alma quede.
Que tu mirada es mi guia
y tu gesto mi consuelo
que no hay para mi mejor cielo
que tenerte cerca un día.
A todos los que leéis, perdonad el atrevimiento en verso, no soy digno de tal.
4 comentarios:
¿Perdonad?... no puedo darte el perdón porque tengo que darte las gracias. Sublime. Felicidades por esta entrada tn emotiva y bella que, además, me ha llegado.
Genial.
Un abrazo.
Menuda foto miarma...¿De donde ha sido extraída? Si se puede de saber...
Un saludasso canónigo.
No hay que pedir perdón de todo aquello que se hace con el corazón.
Saludos
Cuando las cosas se hacen con el corazón, no hay que pedir perdón, hermano.
Anda que no tengo ganas de jincarme un coronel ni na.
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