lunes, 20 de febrero de 2012
DOMINGO
Entre el sol y la ternura de tu iglesia te encontré. Repleto de muerte y de sosiego. Tenías mi alma prendida en tus clavos.La cabeza prendida sobre el pecho con los ojos entreabiertos deseosos de luz.Nunca una muerte fue más dulce que la tuya. Fuera la ciudad seguía corriendo(nunca mejor dicho).
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