Me sonó a tìtulo de libro antiguo. A manidos versos y recuerdos de libreria polvorienta. Nunca supe ponerme en esa situación. O quizás no quise. Hasta que me crucé en un convento, con una monja menuda y anciana que nos explicó como su Cristo milagrero se había roto.
martes, 16 de agosto de 2011
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